La literatura de crimen y sus avatares contemporáneos

Editora invitada: Dra. Ainhoa Vásquez Mejías (Universidad Nacional Autónoma de México)

 

El relato de crimen, aunque se asocie a una serie de convenciones, no se ha mantenido rígido a lo largo del tiempo. Tal como indica Tzvetan Todorov en su ensayo sobre “El origen de los géneros”, cada época histórica, cada sociedad, escoge un determinado género para dar cuenta de sus preocupaciones, problemas e ilusiones. En ese sentido, la novela de crimen, por ejemplo, ha respondido de diversas maneras a situaciones sociopolíticas circunscritas a cada territorio que la ha cultivado. Los crímenes de la novela “clásica” de detección, cuyo auge se dio en Europa a fines del siglo XIX y principios del XX, estaban relacionados, principalmente, con enigmas que un detective, con una capacidad analítica superior al resto de los personajes, lograba descifrar. Esta fórmula se adaptó de manera significativa en el contexto estadounidense, a partir del año 1922 cuando, en la revista Black Mask, empezaron a publicarse obras de, entre otros, Dashiell Hammett, autor de la novela Red Harvest (1929), que se considera el punto de partida de la novela negra. Los relatos de esta época están caracterizados por la dureza del texto y de los personajes —en particular, de la figura del detective, quien se rige por una ética muy personal y muchas veces en conflicto con la que reina en su contexto—. Para Mempo Giardinelli (1984), este tipo de novela lleva a cabo la representación de un mundo donde impera “la lucha por el poder político y/ o económico, la ambición sin medida, el sexismo, la violencia y el individualismo a ultranza, productos todos de una sociedad […] vista por casi todos los autores como corrompida y en descomposición”.

 

En los años ochenta, en el contexto latinoamericano, el subgénero llegó con el nombre de neopolicial y con claro énfasis en uno de sus rasgos: la representación de crímenes que no tienen solución o están marcados por la impunidad. En estas obras se realiza una fuerte crítica social a las instituciones, las cuales se ven como fuentes de criminalidad. De esta vertiente destacan personajes como el detective Héctor Belascoarán Shayne, creado por el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II, o el detective Heredia, del narrador chileno Ramón Díaz Eterovic, entre otros ejemplos. Por su parte, los países de expresión francófona tienen una nutrida tradición de novela negra, incluso anterior a la del escritor belga Georges Simenon, y nos brindan autores de la talla de la francesa Fred Vargas y, en años más recientes, Olivier Norek. Los países de la península escandinava también generaron importantes autores de textos que se pueden enmarcar en el neo-noir: en los noventa, el sueco Henning Mankell inició la serie de novelas del inspector Wallander, y Jo Nesbø, el rey de la novela negra noruega, la saga del detective Harry Hole. Al inicio del siglo actual, el también sueco Stieg Larsson ofreció la afamada trilogía Millenium. En el contexto irlandés contemporáneo, las novelas de Benjamin Black recrean la herencia de Simenon en historias que tienen lugar en el Dublín de los años cincuenta, mientras que las de Tana French, en fechas recientes, subvierten las representaciones de género e, incluso, desplazan la centralidad de la escena urbana hacia espacios naturales que no suelen formar parte del subgénero en cuestión. Por este y otros rasgos, la prosa de French, si bien recrea aspectos de lo noir, también nos conduce hacia el territorio del thriller y otras variantes de la escritura de crimen.

 

Ya de lleno en el siglo XXI, nos encontramos con otras posibilidades para las obras herederas tanto de la novela negra, en particular, como de la literatura de crimen, en general —a saber, las llamadas novelas de feminicidio, narcotráfico, crimen organizado, desplazamientos, entre otras—. Si bien estas variantes pueden congregarse en la categoría de “novelas de crimen”, algunos especialistas han acuñado una terminología que busca explicitar sus particularidades: narcoliteratura (Ramón Olvera, Felipe Oliver) o novelas de anomia (Gustavo Forero), por ejemplo. En todos los casos, el crimen es el eje de las narraciones, a pesar de que los conflictos son de índole diversa, lo que confirma que la novela de crimen sigue siendo un género idóneo para retratar los complejos tejidos sociales contemporáneos y sus vínculos con el ámbito de lo individual o privado. Además, la tradición escritural hasta aquí descrita ha sido un referente para la creación de obras cinematográficas y televisivas —tanto originales como adaptaciones— y forma parte de un diálogo artístico de doble vía, entre lo literario y los lenguajes audiovisuales contemporáneos. Las plataformas de streaming han facilitado la distribución de filmes y series de numerosos países, al tiempo que han provocado una estandarización de los productos, fenómeno que también es un rico objeto de estudio.

 

Así, a partir de la intrincada evolución de este tipo de relatos, para el número 9 de Nuevas Poligrafías. Revista de Teoría Literaria y Literatura Comparada, se convoca a especialistas en el área de la literatura, las artes y las humanidades en general a enviar artículos inéditos y originales que reflejen la vitalidad de la literatura de crimen (con especial énfasis en la novela negra) y sus avatares contemporáneos. Se privilegiarán las propuestas centradas en obras artísticas o críticas producidas en los últimos 40 años, y vinculadas con la herencia noir y sus manifestaciones en ámbitos recientes. Algunos de los temas sugeridos se presentan a continuación:

 

~La apropiación de las convenciones de la literatura de crimen en la narrativa contemporánea (1980 a la fecha) y en otros productos artísticos y culturales como el cine, las series televisivas, etcétera

~El subgénero de la novela negra y sus manifestaciones contemporáneas

~Las relaciones entre la estética del género criminal y otros géneros (terror, ciencia ficción, fantasía) u otros modos de articulación artística

~La estética y convenciones de la narrativa de crimen en las literaturas latinoamericanas contemporáneas

~El crimen y sus variantes en las literaturas del narcotráfico

~El crimen y la violencia de género: desafíos a los estereotipos y formas de representación de las identidades de género en las narrativas del crimen contemporáneo

~El crimen y la figura autorial: pseudónimos, heterónimos, autorías colectivas

~Ética y representaciones de la violencia en las variantes de lo criminal: prácticas lectoras y audiencias meta.

 

Aunque en este número privilegiaremos las contribuciones en torno a la literatura de crimen y sus avatares contemporáneos, también continuaremos con la recepción de artículos sobre los temas que nos caracterizan, esto es, sobre estudios de teoría literaria y literatura comparada, literaturas en distintas lenguas, género, imágenes, tema y configuraciones históricas, traducción, cultura popular, estudios poscoloniales, además de aproximaciones intermediales o transmediales. También recibiremos reseñas de libros y notas relacionadas con la literatura comparada y la teoría de la literatura.

 

Los artículos propuestos deben tener un mínimo de 5000 y un máximo de 7000 palabras, incluyendo notas y bibliografía. Las reseñas, por su parte, deben tener una extensión de 1000 palabras como mínimo y 1500 palabras como máximo. Todas las colaboraciones deberán apegarse a las directrices y lineamientos editoriales establecidos por la revista y enviarse a través del gestor editorial de este sitio web. Aunque consideraremos las colaboraciones que se reciban durante todo el año, la fecha límite para quedar incluidas en este número es el 15 de agosto de 2023. La publicación del número 9 de la revista está prevista para febrero de 2024.