Las brujas de Macbeth: ¿hermanas fatídicas o sirvientas del destino?
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Resumen
En este artículo se examina la obra de Shakespeare desde la perspectiva de la relación de Macbeth con las brujas, no sólo en las fronteras porosas entre el libre albedrío y la predestinación, sino en el juego dinámico de poder y sumisión cuyas fronteras no son menos porosas. Relaciones de poder en insidiosa reversibilidad, quien se ostenta como amo acaba revelándose como sirviente. El análisis léxico, semántico y etimológico de la palabra weird devela la dimensión oculta de estas formas reversibles del poder y de la servidumbre. En un segundo momento, y como una suerte de ilustración de este juego de poder y sumisión, se hace un somero análisis de la puesta en escena de Macbeth, en 2002, a cargo de Jesusa Rodríguez. En esa propuesta-adaptación, las sirvientas-brujas-chamanas cumplen tanto el papel de sirvientas como de verdaderas brujas que acuden a antiguas tradiciones mexicanas para hacer sus conjuros. De manera original, Jesusa incorpora otros ritmos, otros mundos, otros tiempos, amasando una nueva magia, un nuevo acto de poder: la poción ahora se cocina en náhuatl, español e inglés. Al final, en un acto de traición/deformación creadora, Jesusa transfiere el grito liberador de Malcom—“El tiempo es libre”—a las brujas/sirvientas quienes, vestidas para el viaje, con los humildes bultos que contienen sus pertenencias, declaran la libertad del tiempo y del mundo, afirmando con ello, implícitamente, su poder.